martes, 28 de septiembre de 2010

¿SOMOS LIBRES?*



La libertad no es un fin.
Giuseppe Mazzini

Es ya todo un clásico aquello de que “somos los arquitectos de nuestro propio destino”; no lejos están los que afirman que “somos los hacedores de nuestra propia historia”…lo cierto es que detrás de estas frases se encuentra una postura filosófica con respecto a la libertad: aquella que afirma que el ser humano es libre.
Quizá para la mayoría de la gente afirmar que somos libres sea una “perogrullada”, puesto que cada día que amanece es “libre” de levantarse o no, de ducharse o no, de ir o no a trabajar o a la escuela, o tal vez ni a uno ni a otra, y libre hasta de votar por el candidato de su preferencia, o de no ejercer su derecho político simplemente porque no lo quiere hacer…dicho de otra manera, cada día se impone como “evidente” que nuestra conducta es resultado de nuestras elecciones libres. Gracias a la libertad podemos hoy gozar de las mieles del libre mercado y consumir –literalmente lo que sea- hasta morirme (también en sentido literal), así como erigirme en “juez moral” del delincuente en turno condenándolo, al menos en mi fuero interno o entre mis amigos, a los más crueles tormentos del averno por haber cometido –entiéndase “elegido libremente”- las peores aversiones imaginables, una vez que se comprobó que no estaba “loco”…

Claro, faltaba más, ante una manera de “escanear” el mundo con un marco de valores, ideas y creencias determinados (encontrándose entre éstas últimas la creencia de que somos libres) no podía faltar la presencia no siempre grata de la filosofía, presta para cuestionar tal supuesto…¿libres? Ja, nada más cerca de una bella y útil ilusión…en realidad nuestras acciones son la consecuencia de hechos, estímulos, condicionantes externos o internos… ya los buenos de Freud y Skinner , cada uno desde su planteamiento teórico, harán de cada persona sólo un “reaccionante pasivo”…Freud desde el inconsciente como un cajón de sastre donde se encuentran pensamientos, recuerdos, y vivencias de hechos reprimidos, mismos que una vez hechos conscientes, permiten entender los motivos de nuestra conducta, pero que, en cualquier caso, nos crean la ilusión de que somos libres. Skinner sigue también en la línea del determinismo, sólo que los condicionantes de nuestra conducta se encuentran ocultos en el ambiente (lo bueno de esto es que da sentido a expresiones del tipo “no tuve elección…” o “no me dejas otra opción”)…otros deterministas explicarán que tal ficción libertaria se explica en el hecho de que el ser humano pone más atención en los fines de sus elecciones y no en las causas de las mismas, de tal manera que tal determinismo queda siempre “desenfocado” de su análisis de sí mismo, siguiendo vigente la libertad humana…

Algunos estudiosos distinguen entre un determinismo “fuerte” y otro “débil”…entre los primeros están los autores antes señalados, a los que podríamos añadir a los teóricos evolucionistas (psicólogos, filósofos, sociólogos, biólogos, etc.), quienes explican toda acción humana como una respuesta adaptativa del ser humano que busca satisfacer sus necesidades, propias o de grupo. Los segundos dirán que nuestra libertas se ejerce en un marco de “ciertas restricciones” físicas, políticas, sociológicas y ambientales.

Después de todo lo dicho antes, y sin necesidad de ser un periodista, la pregunta se impone: ¿qué es entonces la libertad? Para tal respuesta será interesante otear por los caminos de la historia de las ideas filosóficas para tener una primera noción…

Los griegos usaron el término “eleúteros” para designar al hombre libre, en el sentido de no-esclavo, pero pronto tan término tuvo un “deslizamiento de significado” para designar libertad como “no-sometido al Destino”, situación ésta última que sería bastante desgraciada, ya sólo estaban libres de los designios del Orden Supremo los que no importaban.
Otro sentido de libertad para los helenos consistía en la posibilidad de ser libre trascendiendo la esclavitud de las pasiones y del conocimiento imperfecto otorgado por los sentidos, a través del recto uso de la razón, siendo el “sabio” o filósofo el arquetipo de este hombre libre; hombre que –sabio o no- en el pensamiento aristotélico, tiende naturalmente a su propio fin, que es la felicidad. Así, la libertad es concebida como ausencia de coacción e ignorancia.

Para los romanos, libertad era libertad “de” complementada con la libertad “para”: los jóvenes romanos, al llegar a la edad de la procreación recibían la toga virilis o toga libera, que significaba la incorporación a la comunidad como ser capaz de asumir responsabilidades.
El cristianismo planteó el libre albedrío en el ser humano como parte del diseño con el que fue creado, libertad tal que permite inclusive al hombre desconocer a su Creador. Así, para los cristianos, la libertad no es sólo capacidad de elegir, sino también libertad “para”, es decir se puede elegir “bien” o “mal” dependiendo si tal elección lo acerca (santidad) o no (pecado) a su último fin que es Dios.

Será Kant quien redimensionará el problema de la libertad en un sentido positivo: no podemos no ser libres; dicho de otra manera, es necesario postular la necesidad de la libertad humana como una condición necesaria de la moralidad: nadie podría ser sujeto de un juicio moral y legal si negamos la libertad humana…
Será el existencialismo ateo quien le pondrá un signo negativo: el ser humano es un ser que se construye gracias a la libertad de que goza, lo cual trae un grave riesgo: asumir o no las consecuencias de nuestros actos, atribuibles exclusivamente al hombre, ya que con o sin Dios, nada cambiaría…
Concluyo esta parte con el pensamiento posmoderno, quien de un plumazo borrará toda pretensión de libertad en el ser humano, haciendo del libre albedrío una “construcción” social, junto con la naturaleza humana y todo aquello que permitía explicar al hombre y al mundo a través de los famosos “metarelatos”: el cristianismo, la ilustración, el modernismo, el marxismo, etc.
Una vez dicho lo anterior, queda claro que el tema provoca algunas preguntas: ¿qué es la libertad? ¿Es hacer lo que desee? ¿Es la capacidad de obrar conforme a una escala de valores? ¿Es la capacidad de autocontrol? ¿Cuáles son los fines de la libertad? ¿O es que las acciones libres suponen en realidad siempre un cierto grado de determinación o limitaciones? (De aquí se desprendería que el futuro en realidad está determinado y no existe ese “mar de posibilidades” para cada ser humano que tanto hemos afirmado, siendo la excepción la muerte…) Entonces ¿Mi pasado determina un único futuro para mi persona? ¿Me considere libro de cualquier determinación? Y si no somos libres ¿cómo es que dos personas se ponen de acuerdo?

*Raúl Alamillo Gutiérrez. Filósofo y docente universitario





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